la culpa fue mía por escoger suicidarme contigo…

martes, 10 de septiembre de 2013

reflexiones

Las noches de reflexión comenzaban a mostrarse en sus crecientes ojeras. Una tras otra con la luna como única compañera. Tomar decisiones con la almohada ya no era posible porque estaba demasiado empapada como para recoger otra noche de lágrimas.

Hacía unos meses que había superado su ida. Visiblemente se encontraba recompuesta y dispuesta a cerrar próximas venidas, exceptuando que la pillaran en un día de bajón. Bueno, quizás, y no tan seguramente quizás... No lo sabía. Su mente no lo había aclarado del todo.


Hace dos semanas escuchó por mera casualidad de "reproducción aleatoria" esa canción y con ella vinieron todos los días de después y los de antes y los recuerdos y los olvidos estuvieron de nuevo presentes. Con los nervios a flor de piel. Y desde ahí y a partir de entonces, las noches siguientes se convirtieron en un suicidio sin explicación vigente. 

El motivo era demasiado simple para que pudiera comprenderlo en ese momento pero a su vez era muy complejo para que puedan entender la situación personas ajenas a la misma. 
A pesar de todo esto, sentía como la oscuridad de esas horas la protegía y no se veía tan vulnerable. Por eso prefería pensar en el transcurso de tiempo en el que toda la cuidad duerme a distinción de unos pocos que permanecen despiertos para hablar, reflexionar, llorar, reír o acabar bien el día. Otros tantos locos como ella que aprovechaban la cercanía de la luna para redactar un monólogo sin fin que volvería a retomarse a la misma hora casi a diario. 

No quería enamorarse. No podía soportar la idea de volver a tirarse a un pozo sin fondo. El concepto del amor era para ella algo similar a tirarse desde un trampolín muy muy muy alto a una piscina, honda, vacía y sin agua. Algunas veces permanecía más rato en el aire, otras le tiraban un paraguas y lo abría y hacía la función de paracaídas durante algún tiempo, pero todas ellas acababan de la misma manera: estrellándose y resquebrajándose todos y cada uno de los huesos de su cuerpo y sangrando cada palabra por cada herida producida. Y lo peor venía después. Y claro, así nunca quiso a nadie como aquellas dos veces en las que perdió la cabeza por el primero y el corazón por el segundo.

Ella misma se veía como una piedra desde entonces. Ignoraba los sentimientos que le producían las personas y mantenía a lo que logró salvar de corazón bajo una carcasa de hierro y en una caja fuerte bajo llave y un código que olvidó con una botella al día siguiente de inventarlo. 
Sólo buscaba alguien que le salvara de ese salto, que quisiera estrellarse con y por ella. Una persona a la que no se sentiría encadenada pero sí unida. Alguien con quien conseguir llorar de la risa y a quien escuchar. Que la defendiera sin sobreprotegerla.  Esa persona que justo en el momento de saltar desde el trampolín saltara primero para llenar la piscina de agua y amortizar el golpe. 

Y lo trágico de aquello no es que hubiera cancelado la búsqueda y cerrado todas las posibilidades, sino que fue ella la que murió en el intento de salvarle a él. 

Y desde entonces, ya no es la de antes y ya no es la que era.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Dejaste de abrirme en canal para cerrarme al mundo,

Nunca he peleado nada en vano en  esta vida.Excepto a ti. Las cosas cambiaron en el preciso momento que nos colamos uno en la vida del otro. 
Y a día de hoy puedo continuar afirmando que eras, o eres, o ambas cosas (ya no sé ni en qué tiempo escribo) la más hermosa excepción a todas y cada una de mis reglas. Tanto morales, como físicas, o psicológicas. Rompiste y resquebrajaste todas y cada una de ellas.
Me matas-te, destrozaste todos los pilares de mi vida y marcaste con fuego un antes y un después. La cuestión, y me refiero a la que más duele, es que después de todo eso que podemos llamar ''x'' hacia ti, no queda  nada, te lo llevaste contigo. 
Y no nombro al amor en este intento de tregua entre cojones, mente, corazón y falsos recuerdos porque quedó descompuesto en mil pedazos la primera y última vez que me miraste. (Y con qué ojos, cabrón.)
Pero de eso hace más de algunos años y ciertos meses entre los que llegaron marzo, abril y mayo. Y tu marcha tras ellos.