la culpa fue mía por escoger suicidarme contigo…

miércoles, 19 de noviembre de 2014

-

Nunca me fui porque quisiera irme. Me fui porque no había más remedio. Ahora sí que puedo asegurarte que es verdad eso que dicen de que, a veces, es peor el remedio que la enfermedad. 

De-bí-a    hacerlo. 

Tenía que dejar atrás tus manos para encontrar las mías de nuevo. Tenía que dejar tus ojos para ver con los míos. Tenía que olvidar tu risa para acabar riendo sin dolor. Tenía que dejar de sentir, convertir los sentimientos en vacío -existencial-. Tenía que tener una piedra bombeando bajo el pecho. Y justo es eso lo que he acabado consiguiendo.

Volver. Abandonándome mí a mitad de camino. Concluir en ti. De nuevo.  Por, desde y para. Ojalá pudiera prometerte eso. 

lunes, 17 de noviembre de 2014

Mi más sentido pésame.

La única pregunta que se repite en mi cabeza estos últimos días es "¿cómo estás?" Y no soy capaz de responderla. Estoy que no estoy. No estoy. Ni si quiera por ti.

Déjalo estar. Para. Un poco. No mucho, pero sí un poco.

Permítele al agua cicatrizar todo aquello que no estoy segura de que el tiempo vaya a conseguir. Obliga a mi ausencia a que te salve por todas esas veces que me aferré (y me aferraré) a tu recuerdo. Autoriza  que mis lágrimas fluyan al pensar en tu nombre y  déjame sangrar cada vez que caiga en la cuenta de lo que significa mi huida. Yo seré la que detenga la hemorragia, que para algo no tengo corazón. O no te sirve. Tú déjame a mí, que después me daré el pésame.

Que no estás bien. Lo sé. Tranquilo, yo tampoco.  Por favor, haz como si no te importase todo esto. Finge. Como si te diese igual. Como si no doliese. Como si nada. Hazlo. Por mí. Así va a ser más fácil y te aseguro que acabará por pasarse antes.
No te preocupes. Ya me lo agradecerás cuando decidas que es demasiado tarde para que vuelva. No tengo prisa. Yo me encargo del mal rato por los dos.

Pero, vamos a ver, cómo cojones no me va a tentar la idea de hacer infinito algo tan mortal... Si hasta he decidido ahogarme cuando no había nadie para sacarme a flote. Y todo por volver a respirar de nuevo.
Créeme, hay una gran diferencia entre morirte y escoger hacerlo. Y haber querido morir por ti. Cómo negarse al suicidio de tu vida. 

Mereció la vida y la pena  Cariño, te juro que valió la pena. Al menos para mí. Fíjate que ahora, para pena, la mía.

Sonríe. Vuelve a ti. 
Hay decisiones que matan por dentro.

domingo, 9 de noviembre de 2014

incógnitas

Alargar la agonía hasta el extremo de querer morir en cada punto y final, en cada intersección, cada día, en cada respiración asistida por tu voz.
Los tiempos cambian, las cosas se supone que terminan. Pero, ¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo esta desesperación que no hace más que prolongar lo indefinido, lo indeciso, lo que ya está más que acabado pero queremos seguir manteniendo vivo? ¿Por qué? ¿Para qué?

La finalidad de hacer inmortal algo que proviene de dos mortales que fallecieron hace más de un año, y más de dos. La incertidumbre de ahogarse en un vaso vacío. Estas ganas de vivir resultan incompatibles con la decisión de haber muerto. -Estoy vacía y ya no me llena ni tu risa.-

Dime para qué, dime qué cojones piensas sacar de cada párrafo. Dime  tú, que yo ya no sé. O prefiero no saber. A día de hoy, de ayer, y de mañana, tan sólo busco huir de aquí, de ti. De atar. Los lazos se rompieron, ¿qué motivo te hace seguir sujetándolos? ¿Por qué sigues a mi lado si escapé de aquel abrazo en dirección contraria a mis sentimientos? ¿Por qué no vuelves a ser tú y coges puerta? Está abierta. Hazme un favor y lo que mejor se te da: escapa. Escapa tú porque yo ya no sé en qué dirección correr para no acabar en ti: todos los caminos llevan a Roma, recuerda. Pues algo así.


 Termina con esto. Y no olvides volver

jueves, 6 de noviembre de 2014

mariposas, matamoscas

Pensaría en volver si realmente nunca te hubieses ido pero, quién dijo que las personas no podrían convertirse en lugares. (Y quién decidió pensar en ciudades y no subconscientes)

Dile a noviembre que te lleve con él, que los tres últimos diciembres han sido tan malos como los principios de enero, que mayo ya no, pero marzo seguirá estando ahí, que julio y septiembre fueron casi olvido, y eso que son las primeras líneas que les escribo a pesar de que me hicieron volar casi tan alto como lo hice contigo. - pobre del que tenga vértigo y se enamore de tu cuello - 

Puede que sí, puede que el mar pueda recogerse en unos ojos que no han derramado una sola lágrima, pero también de arena se hacen las playas.

Pobre ilusa de mí, que juré y me perjuré que el primero acabaría siendo el último. Sin embargo, ya van más de uno y siento que traiciono a ese pulgar por el que daría lo que no tengo ni jamás tendré para, en fin, nos entendemos. 

Quinientas noches, decían. A nosotros no nos hizo falta ni medio día para caer en la cuenta de lo jodidamente precioso que puede resultar alargar la agonía de morir. En ti. En cada ti que reconozca más allá de las tres. O de las cuatro. Siempre antes de las seis. 

"Los corazones protegidos acaban convirtiéndose en piedra."
Mariposas, matamoscas y un insecticida.
El triángulo de las bermudas de los sentimientos.
Y aún así, tú, y por eso tú y todavía sigo temblando. Desde ti, por ti, para ti.