la culpa fue mía por escoger suicidarme contigo…

jueves, 6 de noviembre de 2014

mariposas, matamoscas

Pensaría en volver si realmente nunca te hubieses ido pero, quién dijo que las personas no podrían convertirse en lugares. (Y quién decidió pensar en ciudades y no subconscientes)

Dile a noviembre que te lleve con él, que los tres últimos diciembres han sido tan malos como los principios de enero, que mayo ya no, pero marzo seguirá estando ahí, que julio y septiembre fueron casi olvido, y eso que son las primeras líneas que les escribo a pesar de que me hicieron volar casi tan alto como lo hice contigo. - pobre del que tenga vértigo y se enamore de tu cuello - 

Puede que sí, puede que el mar pueda recogerse en unos ojos que no han derramado una sola lágrima, pero también de arena se hacen las playas.

Pobre ilusa de mí, que juré y me perjuré que el primero acabaría siendo el último. Sin embargo, ya van más de uno y siento que traiciono a ese pulgar por el que daría lo que no tengo ni jamás tendré para, en fin, nos entendemos. 

Quinientas noches, decían. A nosotros no nos hizo falta ni medio día para caer en la cuenta de lo jodidamente precioso que puede resultar alargar la agonía de morir. En ti. En cada ti que reconozca más allá de las tres. O de las cuatro. Siempre antes de las seis. 

"Los corazones protegidos acaban convirtiéndose en piedra."
Mariposas, matamoscas y un insecticida.
El triángulo de las bermudas de los sentimientos.
Y aún así, tú, y por eso tú y todavía sigo temblando. Desde ti, por ti, para ti. 

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