la culpa fue mía por escoger suicidarme contigo…

lunes, 17 de noviembre de 2014

Mi más sentido pésame.

La única pregunta que se repite en mi cabeza estos últimos días es "¿cómo estás?" Y no soy capaz de responderla. Estoy que no estoy. No estoy. Ni si quiera por ti.

Déjalo estar. Para. Un poco. No mucho, pero sí un poco.

Permítele al agua cicatrizar todo aquello que no estoy segura de que el tiempo vaya a conseguir. Obliga a mi ausencia a que te salve por todas esas veces que me aferré (y me aferraré) a tu recuerdo. Autoriza  que mis lágrimas fluyan al pensar en tu nombre y  déjame sangrar cada vez que caiga en la cuenta de lo que significa mi huida. Yo seré la que detenga la hemorragia, que para algo no tengo corazón. O no te sirve. Tú déjame a mí, que después me daré el pésame.

Que no estás bien. Lo sé. Tranquilo, yo tampoco.  Por favor, haz como si no te importase todo esto. Finge. Como si te diese igual. Como si no doliese. Como si nada. Hazlo. Por mí. Así va a ser más fácil y te aseguro que acabará por pasarse antes.
No te preocupes. Ya me lo agradecerás cuando decidas que es demasiado tarde para que vuelva. No tengo prisa. Yo me encargo del mal rato por los dos.

Pero, vamos a ver, cómo cojones no me va a tentar la idea de hacer infinito algo tan mortal... Si hasta he decidido ahogarme cuando no había nadie para sacarme a flote. Y todo por volver a respirar de nuevo.
Créeme, hay una gran diferencia entre morirte y escoger hacerlo. Y haber querido morir por ti. Cómo negarse al suicidio de tu vida. 

Mereció la vida y la pena  Cariño, te juro que valió la pena. Al menos para mí. Fíjate que ahora, para pena, la mía.

Sonríe. Vuelve a ti. 
Hay decisiones que matan por dentro.

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