la culpa fue mía por escoger suicidarme contigo…

martes, 18 de diciembre de 2012

Mal de muchos, consuelo de idiotas.

Presión. Hace días que sólo siento eso. No hay nada más. Detrás, supongo que una historia con algo de estrés, la mía y el mío. 
Recuerdo cómo quería ser cuando era pequeña y lo que más me duele es que me he fallado a mí misma y creo que también a alguna que otra persona cercana a mí. No sé por qué pero he acabado así. Dicen que una persona cambia por dos razones: ha aprendido demasiado o ha sufrido lo suficiente, no sé si me explico. Soy consciente de que he jodido solo por intentar 'desahogarme' o porque antes me putearon a mí, razones que no justifican los hechos, aunque eso ahora importa poco. El daño es irreversible en ambos bandos. Para bien o para mal. No se puede volver atrás y rectificar, ni volver a nacer y llegar a ser esa niña feliz, alegre, sin preocupaciones ni problemas, que soñé ser cuando era pequeña.
El único consuelo que me queda es escribir un par de líneas en primera o tercera persona, refiriéndose a algo, alguien o que no tengan nada que ver conmigo. Eso y un par de golpes secos acompañados de unas cuantas lágrimas asegurándome antes de que nadie me va a ver llorar. Después, una sonrisa forzada y un "todo está bien mamá" o un "siiiiii, me va genial, estoy súper contenta" a cualquier familiar o amigo. Hay veces que es mejor mentir a contar la verdad y hacer que otros se preocupen por algo que sabes que no tiene solución.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Por cada putada, un vicio.

Por cada vez que me fallaste, por las subidas y bajadas, tus idas y venidas. Por las veces que te jodí, que me reí de ti, que quise putearte y joderte la existencia. Por tus sonrisas, mis lágrimas y por las mías, tus carcajadas. Por perder la falta de costumbre de un 'te quiero', un 'necesito verte aquí' o un 'por favor, ven'. Por los días contados y por las noches sin dormir. Sin dormir pero sin insomnio. Con nombre y apellidos, los tuyos. Más por menos, que menos por más. Soñar despierta, vivir con los ojos cerrados. Llantos nocturnos hasta ahogarme en ellos. Precipicios, moratones y karma. Dosis de todo lo que se pueda chutar, inyectar, fumar o injerir, para paliar mentiras que no hicieron más que introducirse de una manera u otra hasta acabar convirtiéndose en lo que deberías ser tú ahora, recuerdos. Un pasado que rememora diariamente, un presente inexistente y un futuro incierto. La razón es que me sobran falsos motivos y necesito historias en las que creer. Tengo a otros y me faltas tú. 
Digamos que te pienso mientras me olvidas. Triste, cierto e inequívoco. Al menos, parece estar justificado. 

Jode identificar cada palabra con un recuerdo

Hace tiempo que escribir se ha convertido en un reto. Es como un acto reflejo. Duele. Tiempo muerto. Todo ha cambiado desde que te fuiste, bueno sí, teniendo en cuenta que nunca te quedaste. Faltaron momentos pero me sobran recuerdos. No ha bastado con prenderles fuego y ver como se convertían en cenizas. No es suficiente. Siguen estando ahí. Ya no es lo mismo, quizás esto ocurre porque nunca comenzó. Añorar aquello que nunca fuimos, querer ser eso en lo que jamás nos convertimos, dejar pasar oportunidades  que no volverán a darse y joder porque te han jodido. Sin motivos ni razones. Auto-destrozarse. Tratar de dejarlo todo y para siempre en el olvido. 

viernes, 7 de diciembre de 2012

"Quedarán momentos, volverán recuerdos."

Has jugado, he jugado, sin reglas, con todo de por medio, día tras día, semana tras semana, mes tras mes y año, tras año hasta que el juego terminó. Quizás, ¿por un tiempo prolongado? No encuentro respuestas. Y aún así quedan secuelas, versos incompletos, cosas que decirnos, mentiras que prometernos, promesas que se esfumen y sentimientos aparentemente vacíos que se puedan mover y remodelar tantas veces como se quiera. Total, el daño ya está hecho. No hay nada de que hablar pero quedan temas que zanjar, visitas, viajes, escapadas. Sí, lo mencionaste más de una vez. "Un secuestro no forzado." Lo demás, lo demás es secundario. No hace falta estar bajo los efectos del alcohol, ni de las pastillas, LSD, éxtasis, anfetas, setas alucinógenas, rallas y/o similares  para admitir que queda algo aunque no se sepa qué es. Seguramente no sea nada, pero está ahí. Maldito subconsciente, puto orgullo. Más que físico, nos separa lo psicológico y que intentemos seguir nuestras vidas sin atender a las necesidades del pasado que no quedaron abastecidas. ¿Un beso? Apostaría por algo más que eso. Algo abstracto, puede ser pero que se sienta, es más, se siente, o al menos yo lo siento. Otra oportunidad, una nueva derrota, asimilando que siempre pasa lo mismo, que todo queda igual, que es caótico, problemas, sin recursos, sin motivos, sin razones, echando todo a perder. Sin remedio. No se pueden cambiar las cosas. Posibles soluciones, quemar recuerdos, coger el mechero y dejarse llevar. Sería en vano. Quedarían cenizas. Y es que, pase lo que pase, pasen los que pasen, se parezcan más o menos a ti, tengan o carezcan de una similitud a todas aquellas extrañas situaciones por las que pasamos, incluso me atrevería a citar aquí al tiempo, por mucho tiempo que se desvanezca, que se esfume y que se olvide, no podré obviar aquello que un día me hizo sonreír de tal manera. Porque el que se tratara un juego, una más, una menos, uno más, uno menos, no tiene tanta importancia como aquello a lo que no nos limitamos a querer. A ti, a mí, sin ti y sin mí. Como siempre y desde entonces. 

"Cabía la posibilidad de que acabase saliendo mal"

Había una posibilidad entre mil millones de acertar, de seguir adelante, de poder con esto y con todo. Yo hubiese apostado por ella, es más, lo hice. Lo más impactante es que esto empezó como un juego y, en fin, lo que se empieza jugando acaba gustando. Y es que, tú, contigo, sin ti. De ti. Hasta las trancas. Esta vez sabes a la mentira que me refiero. Esa que ha provocado la inaudita sensación de... de subir y bajar, de flotar, de soñar, de imaginar, de no dormir, de empalmar día tras otro estudiando para poder esperarte, pero de no querer quererte. Una especie de re-caída. Contigo. Otra vez. La misma historia de siempre, con el mismo final: perder todo lo que había de por medio, hacernos daño, alejarnos más y acercarnos menos, independientemente del espacio, del tiempo y del lugar.