la culpa fue mía por escoger suicidarme contigo…

sábado, 19 de abril de 2014

"Pensé en francotiradores serbios disparándote, mi amor."

Estoy escribiendo esto con la misma música con la que comencé a llorarte y pensando en lo mucho que gusta meter el dedo en la llaga y arrancar las costras de las heridas para ver que, evidentemente, físicamente también se puede sangrar por dentro. (Y quién dice sangre, y no recuerdos...) 

Puede que sí, puede que tengan razón todos aquellos que duermen por las noches sin la intención de hacerlo para encontrarse contigo. Puede que ellos sean los que saben y yo finja saber. O quiera no saber.

Lleguemos al fondo de todo esto. O toquemos fondo. O rescátame de allí que llevó en él desde que te fuiste. 
Mi amor, ¿no entiendes que lo bonito es que la vida son dos días y me muero, literalmente, me muero, por desperdiciarlos contigo? 
Aunque te doy una noche, que de tardes hablan todos esos que se acuestan a las diez. Te doy una noche para que me convenzas de que estaba mejor sin ti, de que los portazos que más suenan son los que más te enseñan y de que la felicidad no va de la mano contigo; porque de tu mano sólo puedo ir yo, y a rastras, y a contracorriente de lo que llamamos mundo. Convénceme de que no me quieres, de que no te quiero, de que nunca te he sabido querer. Tal como eras. Eras. Ya no es.
Y ya no soy.
Dejé de ser.
Ahora las noches son días sin sol pero con luna. Por eso te las ofrezco, porque no las tengo y nunca serán mías. Así como nunca lo fuiste tú.
  


Lo de que la vida son dos días no dice nada de las noches. Yo ya no puedo decir más de ti.