la culpa fue mía por escoger suicidarme contigo…

lunes, 16 de marzo de 2015

Pd: no eres tú, soy yo. No es morir por ti, es vivir sin nombrarte.


Te quise imaginar como una carta llena de post-datas, llena de tachones, de insuficiencia y vacío. Y mala voluntad. Y ganas de matar. Y de hacer daño. Y de jugar con fuego hasta derretir el hielo. Y congelar el sol. Y escribir una nota de suicidio describiendo el amor a la vida. Y la luz de la noche. Y las tinieblas de los que parecen santos. Y el odio de a quién nadie amó. Y la tristeza del despertar. Y las buenas decisiones que siempre se obvian estando borrachos. Y las ganas de acabar con todo lo que nos recuerde a. 
Que para mosquita muerta, yo en tu cuello. Que para atardeceres, los que perdimos por no poder mirar a la ventana. Que para cielo, tu infierno; para calma, tu tormenta y para besos, tus jodidas puñaladas. 

PD1: __________ (inserte aquí su nombre). Ahora es el momento. Quizás debo admitirte que siempre fue demasiado tarde para pedirle un pago de rescate al Olvido por tus recuerdos. 

PD2: Es hora de asumir, por ejemplo, que me expliquen para qué quiero el Mediterráneo teniendo las cuatro paredes que componen mi habitación. Sigo sin entender la finalidad de un mar de dudas si ya existe mi cabeza cuando nunca estás en ella.

PD3: Y sin embargo, ni te quise. Ni te quiero. Ni te querré. Ni serás. Ni fuiste. Ni fui yo. La mente es más poderosa de lo que puedes llegar a pensar, corazón. Y ahora piensa tú en qué puto momento mereció la pena ya que de alegrías mejor no hablar. La escasez destaca por no ser. 

PD4: Perdóname. Nunca quise que aparecieses en mi vida. Ni que salieses de ese círculo vicioso que te provocaba mi nombre. El tuyo, ganas de todo, menos de seguir aquí. Se supone que los pies debemos tenerlos en la tierra: yo estoy mejor bajo ella.

PD5: Memoria, hija de la muerte, yo ya no sé ni para qué te nombro si no tienes intención de venir a buscarme. En lugar del plantón en el altar, a mí me lo das cada noche en mi cama. Ven, que te llama la almohada que siempre tiro esperando que te confundas y quieras volar sobre vacío. Lo siento, conmigo ya no puedes, me siento llena y no es por ti. 

PD6: Melancolía, creo que infidelidad debe ser tu apellido. Deja que fluya. Y recarga esa pistola para pegarme un tiro en la sien. He perdido la cuenta de las veces que me engañaste, que...
Me cambiase por una esquina y decidiste quedarte ahí teniendo mis brazos. 

PD8: Soledad, estás tardando mucho en venir y acunarme antes de cerrar los ojos. Cerrarlos y no volver a abrirlos. Al menos, no aquí. No otra vez. Joder, te juro que yo sólo quise enamorarme de un camino y acabé con una de sus piedras bajo el pecho. 

PD9: Libertad, ven con ella. Necesito que cortes las cadenas que me unen al pasado. Dejé escapar a los sentimientos como tratando de que valiese más pájaro en mano que ciento volando y me quedé sin nada. Y sin alas.

PDfinalquesiemprequisoserinicio: Me quiero. Es el momento de que me dejes vivir la muerte que tú mismo me quitaste.

domingo, 8 de marzo de 2015

El título eres tú.

Por qué te quiero. Porque te quiero. Inexplicablemente, inexorablemente, indescriptiblemente, indistintamente, inalcanzablemente. Sinceramente. A ti.

Los precipicios siempre me llamaron como a quién le llama su madre para volver a casa, como la voz interior que escuchas cuando el silencio implora, como el deseo de ser una y otra vez, por fin, la nada. 
Pronunciaban mi nombre con un tono de ternura que únicamente es comparable con una abuela al teléfono, con las primeras palabras de un bebé o con una disculpa de corazón.
Ansiaban mi regreso como el que espera la vuelta a casa cada Navidad, como cuando se tiene un día de mierda y te preparan tu plato favorito para comer. 
Escribían en el viento esas seis letras que lo componen con una caligrafía exquisita, escondida en las mejores canciones, descrita en poemas llenos de. 
Lloraban mi ausencia como se lloran los amores perdidos, los portazos sin vueltas y la pérdida de toda la soledad que se olvida en la vida (y que no acompañará ni en la misma muerte)


Pero, ¿qué coño se supone que pueden hacer ellos a tu lado? 
Si desde que tengo tu cuello, poseo mi propio salto al vacío sabiendo que en la caída me encontraré contigo, siendo consciente de que la posibilidad de tirarse desde un puente sin cuerda y salir ilesa es tan real como lo es contigo. Estás tú. Siempre tú.
Desde que tú, nada es todo, pero todo nunca volverá a ser nada. La ausencia no brilla por sí misma cuando tu presencia llega. 

¿Por que, vida mía, por qué cojones soy incapaz de querer a nadie pero muy capaz de quererte a ti? ¿Cómo he podido? 
Te juro que no quería, que pensaba que mi relación con el amor se reducía a un odio intenso, inviable y cruel. 
Te juro que derramé tantas lágrimas la noche en la que decidí unir mi vida al vacío
que perdí la cuenta. Perdí, de perder. Me perdí a mí misma. 
                                                                  Hasta que te encontré a ti.
Te juro que me oponía estrictamente a volver a enamorarme. Y mírame ahora. Volvería a desafiarme las veces que hicieran falta hasta convencerte de que eres tú el que ha querido devolverme a mí. Y así puedo ser contigo.
Y entonces apareció tu cuello. Entonces fueron tus manos. Entonces fue tu voz. Entonces fueron tus labios. Entonces fueron tus ojos. Entonces empezaron a suceder una serie de cosas que para qué contar si es mejor haberlas vivido, para qué compartirlas si ya las conoces.
Entonces, sólo entonces, supe que hay un día que marcará el resto de todo lo que viene después y que querer es tan real como posible si estás a mi lado.