la culpa fue mía por escoger suicidarme contigo…

viernes, 2 de octubre de 2015

La luna contra ti.


Contigo hasta la Luna porque el cielo se nos queda corto.


La lluvia de estrellas puede intentar acercarse a tu manera de ver la vida, pero no creo que consiga terminar a menos de un universo de pasos de ti porque, entiéndelo, algo tan fugaz no tiene derecho a compararse contigo, ¿verdad que no? 

El Sol es la luz del día a así como tus ojos son el espejo en el que quiero verme reflejada mientras dure mi existencia. No creo que puedas ser consciente del brillo que tienen cuando los abres, ni de la intensidad que refleja una mirada tan pura como la tuya.

Que sí, que han existido volcanes en erupción y diluvios casi universales, pero más de una vez hemos abierto ese paraguas que tan mal sueles llevar y hemos acabado haciendo frente a cualquier pronóstico meteorológico más negativo de lo habitual. 

Ahora entiendo esa frase que dice "tu risa es una ducha en el infierno". Ya está todo más que claro. Hoy soy capaz de explicarte que tu risa es de otro planeta y yo quiero ser tu satélite como la Luna lo es de la Tierra para poder contemplar durmiendo cada noche, para poder reafirmar que debe ser cierto que las mariposas un día se sienten pero no aparecen por cualquiera. Y el insecticida se fue a la mierda y me quedé contigo.

Y es que, a pesar de que me saques de quicio más de lo estrictamente necesario y me vuelvas loca en más de una ocasión, debo confesarte que eres la decisión más sensata que he tomado hasta ahora. 


El cielo se nos queda corto, el universo, bajo tus pies.

martes, 1 de septiembre de 2015

El dolor del codo.

El tópico del dolor de la viuda que sentimos en el codo no tiene nada que envidiarle a la gran afinidad de nuestro dedo pequeño del pie para darse con todo mueble que se le interponga en el camino. Y si eso es dolor, tú no has llegado a ser ni la peor migraña del mundo. 

Que sí, que sí, que vale. Que te calles ya. Que me calles ya. Que estas ansias de escribir solo vuelan bajo tus alas y estas letras no gritan tu ausencia pero apelan tu nombre así como yo pertenecí un día a ti.
Vaya invierno el de aquel verano.
Maldita adicción la que me causaste cualquier día del peor año de mi vida y digo peor porque lo realmente catastrófico está por venir: te recuerdo que sigo viva, te demuestro que aún no he muerto. Aún. 
Me siento. Debería decir "lo siento" pero no pienso rectificar porque ahora soy yo la que se siente latir. Me siento. Me siento y me doy el pésame por mi resurrección y te juro que no volveré a soltar flores con la mirada en todos los rincones donde fuimos felices. (En el hipotético caso de que se alineen los planetas y me de cuenta de que sí, alguna vez lo fuimos.) Nunca tienes que regresar a donde has sido feliz. Y sino, que se lo digan a los días que perdí buscando tus ojos en un lugar en el que ni si quiera tenías pensado vivir. Porque no, maldito subconsciente, tus ojos no son de este mundo. 
Ya llevábamos años guardándole el luto a una puta despedida que además de ser puta no tuvo los cojones de aprender a besar antes de pasar el último tren. Ya llevábamos años ahorrando sal para el tequila cuando lo que realmente queríamos era coger la botella y despegar. Dejar la tierra, tocar fondo y despegar hacia el sol. Y quemarnos. Quemarnos como quema el fuego cuando se juega con la intención de ganar. Y salir. Joder, salir perdiendo hasta sin premio de consolación porque el hecho de que te fueses no fue un premio, fue la maldita lotería. 
Y ahora le pregunto a tu ausencia, ¿la felicidad se puede comparar con la tristeza de perdernos? Yo he sentido extasís en tu pérdida: mi ganancia. 

Ahora me pregunto, ¿para qué coño voy a escribirte si estás muerto?

jueves, 27 de agosto de 2015

Agua

Cómo decirte que todo lo que me gustaría contarte no puede resumirse en unas pocas líneas. 

Cómo explicarte que si a día de hoy mi corazón late tienes que tener claro que es por ti. Única y enteramente por y para ti. Desde ti. 
Tienes todos los derechos reservados sobre él. No lo malgastes. No lo malgastes porque el tiempo nos va a poner en nuestro lugar, amor mío. 

Vuelve. Vuelve aquí. Quédate conmigo. Regresa a casa. Déjame edificar mi casa en ubicación "tu mente" que tu corazón no tiene por qué enterarse. Que yo quiero vivir en los dos. Que tú eres mi hogar. 

Que esto es nuestro. 

Créeme. No hay nada más tuyo que mi existencia. Y no hay nada más mío que agradecerte el hecho de mantenerme en pie. En pie y todo lo estable posible. Y digo posible porque ya nos conocemos las montañas rusas mejor que todos los que inventaron parques de atracciones.

Es cierto que a menudo puedo tambalearme, hacer que estemos sobre un hilo a pie de un precipicio imposible de cruzar. Es cierto que a veces es posible que te falle, que apunte con una pistola un disparo directo a tu primer corazón (tu segundo es el mío). Que esté a punto de apretar el gatillo. Y después me ponga a mí en medio para salvarte. Nada, nada conmigo que nos mantendremos a flote. Nada conmigo porque no hay nada más bello que el agua. Nada porque aquí el que nada no se ahoga y elijo morir de mil maneras pero no así.

"Lo que no te mata te hace más fuerte." Ahora sé que he escogido bien mi fortaleza, que me va a mantener en la superficie aunque a veces mire hacia el fondo. 
Lo reconozco, tus brazos me han salvado más veces que las que he podido contar.
(has estado a punto de hacerle competencia al mismo mar)


lunes, 22 de junio de 2015

Metástasis y possit.

Espero que entendáis que donde duele no inspira: mata.

Hay personas que no te caben ni en todos los folios del mundo y despedidas que están hechas para possit de quita y pon. 
Si algo he aprendido es que el hecho de llegar un segundo tarde puede matar al paciente. Y luego estás tú, que odiando la medicina decidiste acabar con la mía en el primer cruce de miradas.. Aún no se ha inventado la condena para paliar el dolor de una huida, ni tampoco se ha demostrado la inocencia que ocultan tus pupilas. Tranquilo, sin ser juez llegaré a desmentirla, a mentirte casi tanto como tú por aquel día, a jugar a ganar hasta perder las ganas, hasta encontrarme a mí. Yo solo puedo ser desde que no estás. 
Me enseñaste a vivir muriendo y desde lo más profundo de mi cadáver te agradezco todo lo que hiciste por mantenerlo bajo tierra. Mi ataúd ya no espera tu regreso, así como yo espero que me dejes saturar todas las heridas que decidiste abrirme. Sí, saturar y no suturar.

Es el momento de confesarte que no me enamoré de ti. Me enamoré del fondo que tocaban mis manos imaginándose las tuyas, me enamoré de los versos que adornaban mi lápida. Perdí la cabeza por ahogarme en mis lágrimas, amé la descomposición de mi propia mente y lloré cada una de las manifestaciones de metástasis con tu nombre que causaban mis males.
Mi pena y mi pérdida de alegría. Y un adiós a mi dignidad.
Mi corazón ya no latía, el frío se apoderaba de mi cuerpo en los abrazos más cálidos, el propio mar me sabía a un ron puro, dulce y vomitivo, casi tanto como lo fuiste tú.

He muerto desangrada por dentro, he tenido hemorragias tan internas que han llegado a rozar lo superficial, me he visto reflejada en las calaveras y no he sentido temor al ver un cuerpo sin vida. 
Me deshumanizaste y no existe entidad anónima que esté dispuesta a reinsertarme en sociedad.

Para mí no existe la nada pues decidí matarte hace el tiempo suficiente como para querer vivir de nuevo.
Volver a mí. Y desear sentirme así.

domingo, 7 de junio de 2015

1/2

Hace medio año de mi resurrección y ni tú mismo pareces darte cuenta.
Hace seis meses que quemo las coronas de capullos a punto de florecer que otros dejan sobre mi lápida y poco más de uno que una rosa marchita tiene un sitio especial en mi habitación. (habitación, corazón) 

Hace medio año de mi resurrección y ni tú mismo pareces darte cuenta.

Te juro que nunca me había gustado tanto una madrugada. 

Hace unos diez días menos de cien que empecé a subir las escaleras de más de 1460  en construcción. Me dije a mí misma que quién no teme al vértigo no posee peligro de caída. Aunque me tambalease, aunque me temblaran las rodillas, aunque me desangrara por dentro, aunque mis manos no me perteneciesen, aunque mis pies ya no siguieran por mí, aunque el mar de dudas se convirtiese en resaca de bandera roja. Muy a pesar de haber muerto ahogada con mis lágrimas. 

Te aseguro que a mí el frío me gusta sólo y únicamente /d/esde ese mes. 

Elaboraron a mi alrededor de mí un muro durante años y nadie se atrevió ni tan si quiera a tocarlo. Dispararon balas que rozaron cada milímetro de mi piel, que perforaron una a una a mis vísceras, que jugaron a extrapolar a la nada a todas y cada una de mis arterias, que explotaron mi cerebro, que me vaciaron las venas y me lapidaron el corazón. Que yo ya no era persona, que sólo era cuerpo, que mi alma murió, que me vestía de negro por luto a la misma y por manifestar la violación que sufrí en primera persona el día en el que me desgarraron los sentimientos y me despojaron de ellos. Y decidí fingir morir. 

Te prometo que no hay paseo más bonito que el que di una noche como esta de hace unas 181 madrugadas. Y se dice rápido y se pasa aún más. Y yo solo quiero vivirlo lento.

Hace seis meses que me dieron los dos besos más míos de mi vida, que me dijeron un "no" rotundo derrochando simpatía (nótese aquí la ironía), que intentaron envenenarme con cerveza sin saber que no somos compatibles y que afirmaron "tú eres de las mías". Y acabé siendo. Pero suya. 
Hace 4344 horas que una mirada llegó tan dentro de mí que callamos a un salón entero y dejaron una conversación por nosotros. Por la manera que tenías de mirarme. Por cómo te cogí la mano y me agarraste hasta el corazón. 
 Que sí, que debe de ser verdad eso que dicen de "quédate con quién te soporte en época de exámenes", pero ¿qué hay de el que se enamora de ti en ella? 

Hace seis meses que fui directa al cielo y ni tú mismo pareces darte cuenta. 

jueves, 28 de mayo de 2015

Tenías unas ganas de vivir que eran capaces de enamorar a cualquier suicida a punto de acabar consigo mismo para decidir morir terminando en ti.


Las palabras acaban siendo únicamente un conjunto de vocablos destinados a alguien, pero no siempre dispuestas a cumplirse. Te prometo que se me parte el alma cada vez que te veo besando a otra por la calle, Olvido. Por esa ruta que hicimos tantas veces, por esos besos que no me diste, por las espinas que escondías en cada uno de tus abrazos
.
Capullo, florece.

Mi tumba sigue llena de flores de plástico dispuestas a marchitarse tras el primer rayo de sol. Mi cadáver  se está conviertiendo en el hogar de todos aquellos gusanos que sólo saben gritar tu nombre. Gritan y no los escucho, Memoria, ¿acaso no te das cuenta de que llevo muerta desde el primer momento en el que pronunciaste la primera palabra que iba destinada a mí?


Que lo del vaso medio lleno o medio vacío, Melancolía, es algo que todos sabemos y pocos vemos. Y dime tú, ¿cómo estar vacía si estoy llena de nada? ¿Cómo estar llena si no tengo lo que muchos buscan cada madrugada? ¿Cómo coño me vas a ver a la mitad si eres ciega de nacimiento? ¿Por qué pretendes saber de mí si llevo sin dar señales de vida más de diecinueve años?


"Con cuántas personas estamos y con qué pocas somos", a cúantas personas decimos "te quiero" y con qué pocas lo sentimos.

sábado, 9 de mayo de 2015

(el título no hace falta)

Te dije te quiero y acabé casi llorando. Casi llorando externamente, amor.. te aseguro que aquí dentro llovía a mares. Y a montañas. Y a bosques. Y a incendios. Y a temor. Y a los por qués que nadie se preguntaría si no fuese yo. Te dije "te quiero" un martes 13, quizás de enero. Y la fecha hizo de las suyas. Y aquí seguimos.

Porque, en fin, para mala suerte, la que me abandonó un siete de casi cualquier mes que querría haber sido contigo. 

Que sí, que bueno, que vale. Que las casualidades no existen y las coincidencias tampoco, pero  bien que nos hemos tirado toda la vida siguiendo las huellas de alguien que se hace llamar Destino y que no es más que un invento de otro alguien que quería dejarlo por escrito. (descrito) "Lo que Dios une que no lo separe el hombre" y este invento no es Dios, pero por si. Que no te separes, que no te vayas aunque te lo pida, que te quedes aunque lloremos, que luches aunque estés vencido. Joder, que a mí me anulas tú y yo te dejo a ti. Destrúyeme si quieres, pero tú. Y nadie más.

Tu infierno es mi jodido cielo (si sabes por donde van las cosas) y eso que yo no soy de nadie pero a lo mejor sí un poco tuya. A lo mejor más “sí” que el mismo “a lo mejor”. Continúo sin asegurarte nada que no sea un futuro a mi lado lleno de piedras y de paraísos que nadie se atreve a revelar.

Te prometo que yo una vez me calé hasta los huesos y sacaron como conclusión que   no tengo nada que distribuya mi sangre bajo el pecho. Poca sangre y mucho veneno. Arterias de hielo que no se derretirían ni en el mismo Sol. Venas de soledad y poco riego. Que no sé, que ahora más que nunca soy casi consciente de que ellos no tenían razón, que esa es tuya y eres tú: de entre todos los habientes del planeta tú eres mi razón. Y mi locura. Y mi juicio y mi desquicio. Y mi tormenta. Y mi mejor calma. Mi agua y mi fuego. Mi suerte y el fin de la maldición. El príncipe que besó a una rana que se hacía llamar Muerte y la devolvió a la vida.  La mejor almohada y la peor despedida.

No preguntes lo que no voy a ser capaz de responderte. Deja de hacer eco a mis cicatrices y  permíteme arrancarte de cuajo las tuyas, cariño, que ya va siendo hora de dejar de malmeter y empezar a bienpensar. En esto. En nosotros. En que es una verdad absoluta e irrefutable todo esto que sentimos con los ojos cerrados y el corazón abierto. De par en par. De norte a sur. De este a oeste. De lejanía a cercanía y de cercanía, a ti. Siempre tú.  Siempre a ti.

Debería darte las gracias, ¿sabes? Por hacerme posible, por darme voluntad, por animarme a seguir adelante, por motivarme y por hacerme caer en la cuenta de que hasta lo más impensable puede hacerse realidad. (eres la realidad) Gracias por aparecer, gracias por quedarte, gracias por no hacerme caso alguna que otra vez y abrirme los ojos. Gracias por ser. Y dejarme ser.

Eres realidad,

               amor, existes de verdad. 

domingo, 5 de abril de 2015

deportes de riesgo

Dicen que los niños nacen con una barra de pan debajo del brazo. Bueno, ahí yo debo de ser la excepción: cambié el pan por una pistola que apuntaba a la sien de tu recuerdo, aún sin tan si quiera conocerte. 

Déjame decirte que la humanidad no conoce muerte más bonita que la mía el día que decidiste entrar a formar parte de mí. Y contarte que los lunares de tu espalda no tienen la capacidad de hacerle eco a las lágrimas que se perdieron a mitad de camino implorando la vuelta de aquellas letras que componían tu ausencia. 
Permíteme narrarte,a modo de cuento para dejar de dormir el resto de los días, cómo, cuándo, dónde y por qué dejé de existir (aquí es cuando obviamos el por quién, tampoco es que hagan falta más de unas cuantas luces y dos dedos de frente para caer en su identidad). Hazme frente. Por favor. Hazte frente de una puta vez delante de un espejo y pídete las explicaciones que yo no pude darte. Échale cojones ahora que te falto, que ya somos tres los que queremos saber: ellos dos, y yo. Recupéralos antes de que salgan corriendo en dirección opuesta a tu cerebro. 

Corazón, me hiciste creer que me faltaba y gracias a la vida ahora sé que siempre estuvo conmigo, que fuiste tú, eras tú y eres tú el que no quería darse cuenta de.

Y aún así, parece como si después de todo tuviese que darte las gracias por destrozar mis sentimientos y fragmentarme hasta perder la cuenta de los pedazos que un día fui. 

La parte de mi cuerpo que era agua se evaporó cuando te fuiste y quiso ahogarme cuando me marché. 
Te juro que sigue siendo lo mejor que he hecho en mi vida: despedirme de ti. 

Ya he tachado de la lista de cosas pendientes a tu ausencia y eso que todavía me sigue llenando, y eso que me consuela casi tanto como el amor de una madre.  En mi superficie me alegra saber que te perdí por voluntad propia y digo mía y no tuya. 

No me hables de submarinismo a mí, que he estado tocando fondo durante 1514 días (y me hizo falta una noche para salir a flote)
Hasta siempre, memoria. Que te descuide otro, que yo, ya no. 

lunes, 16 de marzo de 2015

Pd: no eres tú, soy yo. No es morir por ti, es vivir sin nombrarte.


Te quise imaginar como una carta llena de post-datas, llena de tachones, de insuficiencia y vacío. Y mala voluntad. Y ganas de matar. Y de hacer daño. Y de jugar con fuego hasta derretir el hielo. Y congelar el sol. Y escribir una nota de suicidio describiendo el amor a la vida. Y la luz de la noche. Y las tinieblas de los que parecen santos. Y el odio de a quién nadie amó. Y la tristeza del despertar. Y las buenas decisiones que siempre se obvian estando borrachos. Y las ganas de acabar con todo lo que nos recuerde a. 
Que para mosquita muerta, yo en tu cuello. Que para atardeceres, los que perdimos por no poder mirar a la ventana. Que para cielo, tu infierno; para calma, tu tormenta y para besos, tus jodidas puñaladas. 

PD1: __________ (inserte aquí su nombre). Ahora es el momento. Quizás debo admitirte que siempre fue demasiado tarde para pedirle un pago de rescate al Olvido por tus recuerdos. 

PD2: Es hora de asumir, por ejemplo, que me expliquen para qué quiero el Mediterráneo teniendo las cuatro paredes que componen mi habitación. Sigo sin entender la finalidad de un mar de dudas si ya existe mi cabeza cuando nunca estás en ella.

PD3: Y sin embargo, ni te quise. Ni te quiero. Ni te querré. Ni serás. Ni fuiste. Ni fui yo. La mente es más poderosa de lo que puedes llegar a pensar, corazón. Y ahora piensa tú en qué puto momento mereció la pena ya que de alegrías mejor no hablar. La escasez destaca por no ser. 

PD4: Perdóname. Nunca quise que aparecieses en mi vida. Ni que salieses de ese círculo vicioso que te provocaba mi nombre. El tuyo, ganas de todo, menos de seguir aquí. Se supone que los pies debemos tenerlos en la tierra: yo estoy mejor bajo ella.

PD5: Memoria, hija de la muerte, yo ya no sé ni para qué te nombro si no tienes intención de venir a buscarme. En lugar del plantón en el altar, a mí me lo das cada noche en mi cama. Ven, que te llama la almohada que siempre tiro esperando que te confundas y quieras volar sobre vacío. Lo siento, conmigo ya no puedes, me siento llena y no es por ti. 

PD6: Melancolía, creo que infidelidad debe ser tu apellido. Deja que fluya. Y recarga esa pistola para pegarme un tiro en la sien. He perdido la cuenta de las veces que me engañaste, que...
Me cambiase por una esquina y decidiste quedarte ahí teniendo mis brazos. 

PD8: Soledad, estás tardando mucho en venir y acunarme antes de cerrar los ojos. Cerrarlos y no volver a abrirlos. Al menos, no aquí. No otra vez. Joder, te juro que yo sólo quise enamorarme de un camino y acabé con una de sus piedras bajo el pecho. 

PD9: Libertad, ven con ella. Necesito que cortes las cadenas que me unen al pasado. Dejé escapar a los sentimientos como tratando de que valiese más pájaro en mano que ciento volando y me quedé sin nada. Y sin alas.

PDfinalquesiemprequisoserinicio: Me quiero. Es el momento de que me dejes vivir la muerte que tú mismo me quitaste.

domingo, 8 de marzo de 2015

El título eres tú.

Por qué te quiero. Porque te quiero. Inexplicablemente, inexorablemente, indescriptiblemente, indistintamente, inalcanzablemente. Sinceramente. A ti.

Los precipicios siempre me llamaron como a quién le llama su madre para volver a casa, como la voz interior que escuchas cuando el silencio implora, como el deseo de ser una y otra vez, por fin, la nada. 
Pronunciaban mi nombre con un tono de ternura que únicamente es comparable con una abuela al teléfono, con las primeras palabras de un bebé o con una disculpa de corazón.
Ansiaban mi regreso como el que espera la vuelta a casa cada Navidad, como cuando se tiene un día de mierda y te preparan tu plato favorito para comer. 
Escribían en el viento esas seis letras que lo componen con una caligrafía exquisita, escondida en las mejores canciones, descrita en poemas llenos de. 
Lloraban mi ausencia como se lloran los amores perdidos, los portazos sin vueltas y la pérdida de toda la soledad que se olvida en la vida (y que no acompañará ni en la misma muerte)


Pero, ¿qué coño se supone que pueden hacer ellos a tu lado? 
Si desde que tengo tu cuello, poseo mi propio salto al vacío sabiendo que en la caída me encontraré contigo, siendo consciente de que la posibilidad de tirarse desde un puente sin cuerda y salir ilesa es tan real como lo es contigo. Estás tú. Siempre tú.
Desde que tú, nada es todo, pero todo nunca volverá a ser nada. La ausencia no brilla por sí misma cuando tu presencia llega. 

¿Por que, vida mía, por qué cojones soy incapaz de querer a nadie pero muy capaz de quererte a ti? ¿Cómo he podido? 
Te juro que no quería, que pensaba que mi relación con el amor se reducía a un odio intenso, inviable y cruel. 
Te juro que derramé tantas lágrimas la noche en la que decidí unir mi vida al vacío
que perdí la cuenta. Perdí, de perder. Me perdí a mí misma. 
                                                                  Hasta que te encontré a ti.
Te juro que me oponía estrictamente a volver a enamorarme. Y mírame ahora. Volvería a desafiarme las veces que hicieran falta hasta convencerte de que eres tú el que ha querido devolverme a mí. Y así puedo ser contigo.
Y entonces apareció tu cuello. Entonces fueron tus manos. Entonces fue tu voz. Entonces fueron tus labios. Entonces fueron tus ojos. Entonces empezaron a suceder una serie de cosas que para qué contar si es mejor haberlas vivido, para qué compartirlas si ya las conoces.
Entonces, sólo entonces, supe que hay un día que marcará el resto de todo lo que viene después y que querer es tan real como posible si estás a mi lado.

martes, 27 de enero de 2015

silencio y ruido

Odiar. A matar. A muerte. Hasta morir. En ti. En ese verde, por esa noche. Por el silencio. Y el ruido. Por no saber salir del laberinto de aquel portal y por dormir en la calle. En la calle literal. Por el camino y las azoteas, por las veces que no dormimos, por las cosquillas. Por el primer beso, por los que todavía no te he dado, por los que te quedan por darme. (y porque nunca llegue el último)
Por ti.

Ahora sé que estuve muerta. Ahora es cuando estoy empezando a contar todos los pedazos en los que me fragmenté. Ahora es cuando echo de menos todos los que doy por perdidos, o no sé buscar, ni encontrar.
Ahora comprendo el concepto de desangrarse, de quedarse sin líquido que bombear y de que se te estropee esa máquina que lo lleva a cabo. Porque en el fondo es eso, máquina y no corazón.
(Corazón, no eres tú, no soy yo, es que me hicieron creer que no te tenía.)

Ahora sé que hasta ahora, mis sentimientos carecían de alegría. Ahora entiendo lo que es desempolvar la felicidad y llegar tarde al entierro del olvido. Te juro que no quise llevarte rosas, yo tenía la intención de traerte espinas. Que para espina, la que me has quitado y para hemorragia, la que estás deteniendo.

Encontrarse al dolor de la mano de un desconocido mientras te mira suplicando volver puede llegar a ser hasta placentero. Créeme, sé de lo que hablo. Esto no es sólo un intento de. Ahora sé sentir que no, que ya no más, que va tocando volver a la vida, que han sido muchos los tangos con la muerte.
No niego que te echaré de menos, melancolía, pero ojalá que nunca nos volvamos a ver. Quema el certificado del acta de mi defunción, querida mía: estoy aprendiendo a vivir.


Por mucho que sea enero de nuevo, yo me quedo con diciembre.