la culpa fue mía por escoger suicidarme contigo…

miércoles, 31 de diciembre de 2014

2014

Otro año más. 12 meses y más de cien historias.
Permitidme no poner nombres, permitidme describir personas, momentos, instantes, sueños y pesadillas. Permitidme, por favor, regresar al 1 de enero y avanzar resumiendo.
Los años pares son los años pares, al menos para mí. Creo que puedo afirmar que este año ha sido de los buenos, de los que marcan un antes y un después y puedo asegurar que el final a veces es mil veces mejor que el principio, no sé.

1 de febrero. 2014 fue volver al agua, volver a ser.
  
2014 fueron el 12, 13 y 14 de junio y aquí agradezco los ánimos de la cordobesa que se fue a Sevilla, la que siempre me ha apoyado, la que ha sabido sacarme a flote cuando yo estaba a punto de derrumbarme. Gracias. Gracias porque siempre has creído en mí todo eso que yo no he confiado. Tengo tu carta guardada en el primer cajón de mi mesilla y me saca adelante todas las veces que te gustaría haberlo hecho a ti. Eres muy grande y vales muchísimo. Algún día hasta Malú se dará cuenta de eso. De aquí, a la Voz.

2014 fue el regreso del 22 de enero, el 29 de marzo, la semana de julio y el 30 de octubre. 2014 fueron parques de dos ciudades que nunca estarán destinadas a encontrarse y un puente en el que todo surgió porque sí. 2014 fue convertir en mes a una persona. La misma para la que no tengo corazón. ¿Cómo se le ocurre preguntar por algo que ha ido destruyendo?
Creo que podría decir “lo siento, te juro que creía que este iba a ser el año” pero ahora es cuando debo admitirme (admitirle) que me he despedido del dolor. Casi me matas, olvido, casi me mato por él. La verdad es que a ratos me hizo feliz y me calmó cuando estaba al borde de la tormenta. Fue mi calma y mi caos. Todo lo demás está de más. Supongo que ya sólo queda darle las gracias. Gracias por haber regresado, por haber dejado que me vaya. Espero que recuerde eso que una vez leí de que “a veces hace falta más valor para huir que para quedarse”.
Bueno, pero si le ves, dile que espero que todo le vaya bien, que sonría, que siga con las ganas de vivir de las que me enamoré, que luche por sacar adelante su carrera, que yo sé que puede, que es fuerte. Si te lo encuentras dile que me he ido, y que a ratos me hubiese gustado haber corrido mucho más y haberme ido más lejos de lo que lo he hecho. Coméntale que a lo mejor dentro de unos años nos volvemos a encontrar, pero que no prometo saludarle. Dile que le he puesto las maletas en la puerta a la angustia, que la agonía no va a regresar. Pero que yo tampoco. Cuéntale que me mata no escribirle como antes pero que no hay vuelta atrás. Y pídele que me perdone por esto, pero es lo mínimo que podría haber hecho. El 2014 le trajo a mí y yo me fui. Eso sí que es una paradoja.

Mis niñas, mis 9, mi mafia. No olvidéis este año porque hemos sufrido y hemos superado dificultades. Estoy muy orgullosa de vosotras: todas habéis llegado a donde os propusisteis en segundo. Sois muy grandes. Enormes. Porque una vez de resaca nos despertó la policía secreta buscando a Sabrina y seguimos sin saber quién es. Y sí, la gelatina de tequila puedo asegurar que existe, pero que mejor que comérsela es la terapia de estrellarla contra el suelo.
Sois mi segunda familia, la parte de mi vida que he escogido que este ahí y que ha sido capaz de subirme a lo más alto. Gracias. Por todo.
Sé que tenemos nuestros más y nuestros menos pero sabéis seguir hasta cuando parece que es mejor dejarlo estar.

Durante este año también ha habido una persona que ha luchado por mí en los momentos que me parecía mejor tirar la toalla. La persona que me sacó a la calle dos días antes de selectividad, la que me cogía el teléfono en momentos de ansiedad. Una persona a la que veo poco, pero cuando le veo… Mi futuro ahijado. El que me saca las sonrisas más sinceras, el que pertenece también a esa segunda familia que he ido formando. Gracias, corazón, me has hecho feliz.

Mis dos niñas de Fuengirola me han demostrado que da igual que quedemos una vez al mes, e incluso una cada dos meses porque los de siempre son los van a estar ahí. Y vosotras, también.

A la que me aguantó todo segundo: te quiero. Esta amistad va a seguir. Te prometo que va a seguir. Creo que somos como dos gotas de agua. Eres de las pocas personas con las que puedo hablar de todo y sentirme bien. Gracias por seguir a mi lado.

A todos los que creéis que la amistad entre hombres y mujeres es ficticia: os equivocáis. He tenido la suerte de conocer a la otra mitad de radio patio. Que si las amistades de la universidad son para toda la vida, nos quedan muchas fiestas que pegarnos, como muy bien has dicho tú esta tarde. A ti también te doy las gracias por motivarme, por hacerme las tardes de estudio más mejores, por hacerme reír en los momentos de estrés y por aconsejarme y escucharme tan bien como lo haces. Eres enooooooormemente grande, apañao. Y sí, tienes toda la razón del mundo porque todos los años que quedan van a ser pocos.

He dejado para el final lo que va a marcar el principio  de.
Idiota. Me has demostrado en muy poco tiempo que a veces no hace falta huir, que las cosas pueden ir bien, que dos desconocidos pueden tener en común cosas del pasado, que las mariconadas a ratos son bonitas  y que las casualidades, existen. Joder que si existen… La verdad es que no tengo ni puta idea de qué decirte hoy pero te aseguro que tengo intención de seguir aquí.  Me quedo con diciembre. Estás haciéndome feliz.

2014 fue un 21 y un 13 de ciertos meses.

2014 fue entrar en lo que llevo soñando desde que tengo uso de razón, conocer a personas maravillosas, consultar mis problemas con el agua y dejar que sea ella la que cicatrice lo que el tiempo no.


2014 han sido menos noches que días y más pesadillas que sueños hasta que. 

sábado, 27 de diciembre de 2014

Los capullos también florecen.

Hemos escrito mucho al olvido y no hemos tenido los cojones de reunirnos con él. Esto va por esa vez que quisimos ser la calma que azota a la tormenta hasta fundirse en ella y hacerla desaparecer.


Hemos jugado con fuego y salimos ardiendo. Nunca fuimos capaces de apagar la llama antes de que nos alcanzara. Las cenizas de lo que fuimos, de lo que éramos, de lo que nunca llegamos a, del verbo "ser" conjugado en todos los tiempos verbales de todos los idiomas del mundo. 
Pasado. Presente. Futuro. Pasado. 

Hemos bebido para olvidar hasta casi acabar en etílico y no han existido fármacos posibles para curarle la resaca al corazón. 

Hemos intentado intentar ser (no aparentar, sino ser), hasta consumirnos, hasta destruirnos, hasta ahogarnos en un mar de ansiedad y agonía y lágrimas. Lágrimas de cocodrilo con motivos, sin razones, pero con motivos. Hasta que ya no, hasta desear no querer, hasta desangrarnos por dentro, hasta gritar el silencio a voces suplicando volver. Hasta morir. Hasta matar. Hasta aquí. Y ya no más.

"Todo es psicológico", decían. Todo. Hasta su ausencia.
Todo es relativo, menos su despedida.
Todo es nada, menos lo que queda de mí, que ya no es ni eso. 

"LO QUE NO TE MATA TE HACE MÁS FUERTE"- Y aquí debo añadir que escribo esto desde mi tumba. 
Deja de traerme ramos y empieza a florecer. 

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Quítame la pena.

¿Cómo llamar "vida" a lo mismo que planeó una estrategia para quitártela?
¿Cómo continuar con? Si ya no eres, si resulta que no. Si desde que, ya.  

Te juro que voy a desatar todos aquellos lazos que no acabamos de hacer. Te prometo que voy a cambiarle el nombre a donde antes. Donde. Antes. Antes de. 

El que juega con fuego... El que juega con fuego no tiene por qué dejar de ser hielo. Y aquí me tienes para comprobarlo. 

Estoy sentimentalmente muerta, no tengo nada bajo el pecho que distribuya sangre: la perdí toda intentando ser cristal.

Perdóname, siempre pensé que volvería. Tranquilo, has ganado, el último portazo ha sido tuyo. 
En el fondo hasta tienes razón: las cartas llevaban puestas sobre la mesa desde el primer momento. Esa culpa sí que fue mía. No me atreví a mirarlas. No podía enfrentarme a la realidad de la que ahora soy consciente.
Debo confesarte que se me cayó el alma al suelo la última vez que me vi contigo por la calle. Olvido, no puedo prometerte que te echaré de menos ni que nos volveremos a encontrar. Nunca fuiste un antes y un después. Siempre durante. 
Hasta. Desde. Por. Para. Punto. Y final. Y esta vez de verdad. No, no te molestes en volver, yo ya me he ido. 

Ni el tendón de Aquiles, ni el agua del mar, ni un huracán puede arrasar con lo que queda de esto: la nada.

Hasta siempre, memoria.