la culpa fue mía por escoger suicidarme contigo…

lunes, 4 de noviembre de 2013

Dejamos de esperar porque no sentimos.

Cómo pretendes que cambie tu mundo si el mío dejó de ser y de existir cuando traté de esconderme en la superficialidad, vulgaridad, sensatez, sencillez, gilipollez o simple sentido común de no querer volver a sentir, de controlar cada uno de mis músculos para que no se echen a temblar cuando sea el momento de 'tú y no otro' porque yo ya no creo en eso.
Dejé de creer tras la primera y última colisión con sus ojos, pero eso es otra historia que ya pasó y se permitió pasar, no sin antes dejar secuelas que no me permitan volver a una boca que formó parte de cualquier noche como tantas.
He de reconocer que me quedé durante meses (eso sí, a golpes y saltos de intervalos de tiempo) dormida en una de ellas. En la que tuvo los cojones de obligarme a elegir y a olvidar. Y fue esa la que tiró de mí hacia arriba en más de una ocasión a pesar de que muchos no puedan comprenderlo y otros tanto no quieran aceptarlo. Fue su boca la que me trajo noviembre. 

Y, aunque sólo me haya detenido en una de tantas (dos a lo sumo, considerando que a la segunda no llegué a darle importancia), tú sigues esperando a que llegue y ponga tu vida patas arriba. 
Y yo no sé qué esperas o esperas esperar de mí si a mis diecisiete años aún no he aprendido a controlar mis emociones, ni a calmar los ataques de ira con tila en lugar de puñetazos, ni a callar a mi subconsciente.

No entiendo qué expectativas puedes tener de mí misma si yo ni si quiera las tengo porque, en vez de recoger los pedazos que quedaron cuando dejé de ser al irse él, los encerré en una habitación a la que eché gasolina y prendí fuego. 
Y es que una vez no hace tanto tiempo (años) me calé hasta los huesos de una voz.
Y si meses antes dejé de ser, aún sigo sin serlo. 
No existe terapia emocional que arregle el desorden al que mis sentimientos se encuentran sometidos, ni nadie que pueda pagar por su rescate. 

A pesar de que todo esto ya forme parte de un pasado que se consideraría más o menos reciente dependiendo del acontecimiento que se trate de analizar, únicamente espero que exista alguien que me salve de las madrugadas, puesto que de las noches ya se encargan los insomnios.





(Porque en el fondo no esperamos nada de nadie. Ni tú de mí, ni yo de ti, ni cada uno de los que habitan el planeta de sí mismos.)