la culpa fue mía por escoger suicidarme contigo…

sábado, 27 de diciembre de 2014

Los capullos también florecen.

Hemos escrito mucho al olvido y no hemos tenido los cojones de reunirnos con él. Esto va por esa vez que quisimos ser la calma que azota a la tormenta hasta fundirse en ella y hacerla desaparecer.


Hemos jugado con fuego y salimos ardiendo. Nunca fuimos capaces de apagar la llama antes de que nos alcanzara. Las cenizas de lo que fuimos, de lo que éramos, de lo que nunca llegamos a, del verbo "ser" conjugado en todos los tiempos verbales de todos los idiomas del mundo. 
Pasado. Presente. Futuro. Pasado. 

Hemos bebido para olvidar hasta casi acabar en etílico y no han existido fármacos posibles para curarle la resaca al corazón. 

Hemos intentado intentar ser (no aparentar, sino ser), hasta consumirnos, hasta destruirnos, hasta ahogarnos en un mar de ansiedad y agonía y lágrimas. Lágrimas de cocodrilo con motivos, sin razones, pero con motivos. Hasta que ya no, hasta desear no querer, hasta desangrarnos por dentro, hasta gritar el silencio a voces suplicando volver. Hasta morir. Hasta matar. Hasta aquí. Y ya no más.

"Todo es psicológico", decían. Todo. Hasta su ausencia.
Todo es relativo, menos su despedida.
Todo es nada, menos lo que queda de mí, que ya no es ni eso. 

"LO QUE NO TE MATA TE HACE MÁS FUERTE"- Y aquí debo añadir que escribo esto desde mi tumba. 
Deja de traerme ramos y empieza a florecer. 

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