la culpa fue mía por escoger suicidarme contigo…

sábado, 9 de mayo de 2015

(el título no hace falta)

Te dije te quiero y acabé casi llorando. Casi llorando externamente, amor.. te aseguro que aquí dentro llovía a mares. Y a montañas. Y a bosques. Y a incendios. Y a temor. Y a los por qués que nadie se preguntaría si no fuese yo. Te dije "te quiero" un martes 13, quizás de enero. Y la fecha hizo de las suyas. Y aquí seguimos.

Porque, en fin, para mala suerte, la que me abandonó un siete de casi cualquier mes que querría haber sido contigo. 

Que sí, que bueno, que vale. Que las casualidades no existen y las coincidencias tampoco, pero  bien que nos hemos tirado toda la vida siguiendo las huellas de alguien que se hace llamar Destino y que no es más que un invento de otro alguien que quería dejarlo por escrito. (descrito) "Lo que Dios une que no lo separe el hombre" y este invento no es Dios, pero por si. Que no te separes, que no te vayas aunque te lo pida, que te quedes aunque lloremos, que luches aunque estés vencido. Joder, que a mí me anulas tú y yo te dejo a ti. Destrúyeme si quieres, pero tú. Y nadie más.

Tu infierno es mi jodido cielo (si sabes por donde van las cosas) y eso que yo no soy de nadie pero a lo mejor sí un poco tuya. A lo mejor más “sí” que el mismo “a lo mejor”. Continúo sin asegurarte nada que no sea un futuro a mi lado lleno de piedras y de paraísos que nadie se atreve a revelar.

Te prometo que yo una vez me calé hasta los huesos y sacaron como conclusión que   no tengo nada que distribuya mi sangre bajo el pecho. Poca sangre y mucho veneno. Arterias de hielo que no se derretirían ni en el mismo Sol. Venas de soledad y poco riego. Que no sé, que ahora más que nunca soy casi consciente de que ellos no tenían razón, que esa es tuya y eres tú: de entre todos los habientes del planeta tú eres mi razón. Y mi locura. Y mi juicio y mi desquicio. Y mi tormenta. Y mi mejor calma. Mi agua y mi fuego. Mi suerte y el fin de la maldición. El príncipe que besó a una rana que se hacía llamar Muerte y la devolvió a la vida.  La mejor almohada y la peor despedida.

No preguntes lo que no voy a ser capaz de responderte. Deja de hacer eco a mis cicatrices y  permíteme arrancarte de cuajo las tuyas, cariño, que ya va siendo hora de dejar de malmeter y empezar a bienpensar. En esto. En nosotros. En que es una verdad absoluta e irrefutable todo esto que sentimos con los ojos cerrados y el corazón abierto. De par en par. De norte a sur. De este a oeste. De lejanía a cercanía y de cercanía, a ti. Siempre tú.  Siempre a ti.

Debería darte las gracias, ¿sabes? Por hacerme posible, por darme voluntad, por animarme a seguir adelante, por motivarme y por hacerme caer en la cuenta de que hasta lo más impensable puede hacerse realidad. (eres la realidad) Gracias por aparecer, gracias por quedarte, gracias por no hacerme caso alguna que otra vez y abrirme los ojos. Gracias por ser. Y dejarme ser.

Eres realidad,

               amor, existes de verdad. 

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