la culpa fue mía por escoger suicidarme contigo…

lunes, 6 de febrero de 2012

Una vez más

Y es en ese momento cuando lo único que quieres es que aparezca alguien diciendo que esto es de coña, que era una broma y que no es real. Estás traspuesta, algo así como petrificada. Quieres correr pero no puedes, las piernas no te responden, no sientes nada, tan solo un vacía en tu interior. "¿Dónde coño se ha metido el presentador ese de las bromas de la tele?", piensas. Pero sabes que no está y que no va a aparecer, tienes claro que no se trata de una cámara oculta y ya has comprobado varias veces en el calendario que hoy no es el día de los santos inocentes. La suerte está echada. La has cagado. Se ha ido. Punto y final. Sabes de sobra que no va a volver y eso te come por dentro. Hace rato que ya dejaste de sentir y no te queda nada de esa sonrisa que unas horas antes compartías con él. No hace falta que malgastes las fuerzas que no tienes en pensar cómo volver en el tiempo, no merece la pena. Ya se ha ido. Ha vuelto a pasar, lo has comprobado: todas las historias se acaban y los finales felices no existen ni en los cuentos. Los finales felices son historias sin acabar.

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