No te vayas, esta vez no. Deja que lo haga yo. Me provocaste
una inmunodeficiencia en el corazón que no tiene remedio y, además, convertiste
mi vida en un mar que únicamente toca tierra por medio de entrantes y
salientes.
(sabes de sobra que yo no salgo del agua a la superficie a
coger aire ni para respirar)
Permíteme afirmar que si “Venecia sin ti” tampoco “Córdoba
contigo”, la ciudad sigue tan vacía como hace dieciocho años.
No sabes, no sabes porque no me has visto, que si bebo me
pongo violenta, que por llorar, lloro hasta por los codos, que por echar, echo
de menos hasta ese primeros de mayo que dibujaste tu primer adiós, que tengo un
nudillo en la mano izquierda hundido y no me acuerdo de quién fue la culpa pero
me sé de memoria los nombres y apellidos por los que me escayolé la mano
derecha, y adoro la poesía porque no eres tú: me recuerda a ti. Tampoco
sabes que no soy persona hasta que no me tomo un café y que odio el té y las infusiones.
Que tengo la manía de empezar el curso con el mismo bolígrafo con el que lo
acabo, que dejé de meterle a la pared cuando lo de la mano se empezó a poner
serio y por eso ahora nado, pero llevo cerca de un mes sin hacerlo porque me
jodí el hombro la última vez. Que adoro bailar como las locas y me duelen los
pies de los últimos tres días. Que para patinar me tengo que vendar hasta los tobillos porque sino, paso más tiempo en el suelo que sobre él. Que soy muy seria para unas cosas y un completo
desastre para otras, y tiemblo cuando estoy nerviosa y escribo cuando mi vida
comienza a ponerse patas arriba y no tengo otra solución a mis problemas. Plasmar
en papel me tambalea el continuo miedo de perderte. (como si te tuviese)
Hay gente que me conoce mejor que tú y que ni siquiera he
querido. Y eso me mata.
Porque estuve bien hasta que volviste, que empecé a estar
mejor hasta que hizo mella eso que algunos llaman… espacio, y tiempo, y otras
personas. El triángulo de las bermudas cuando se trata de sentimientos.
No sé. No creo que fuese coincidencia que el huracán Sandy
tuviese lugar en el 2012. Con mi corazón
también arrasó, pero bajo otras letras que escondían otro nombre: el tuyo.
Necesitaba pedirte el favor de mi vida: que te vayas por
donde viniste sin temor de equivocarte. El error fue volver a ser inicio cuando
las páginas del libro se quemaban en la chimenea. Por eso necesito irme, aunque
si te soy sincera, me encantaría que me cogieses y me obligases a quedarme. Dos
días más. Y ver qué cojones está pasando últimamente.
Yo ya me he rendido, y no a tus pies precisamente.
Y es que este
masoquismo contigo me gusta, pero sólo hasta cierto punto que nunca quiere ser
final.
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