La RAE define ausencia como el tiempo en que alguien está ausente.
Sin embargo, atrevámonos a debatir esta determinación y permitid que afirme que la ausencia
es de todo menos tiempo. El tiempo que se pierde recomponiendo cada uno de los fragmentos
que se van cuando ésta aparece es irrevocable.
Por tanto, la ausencia no debería ser definida como tiempo si
no hablamos del espacio que trae la misma.
(…)
La ausencia es la presencia entre comillas de quien decide
no quedarse, del que piensa que permanecer no tiene escapatoria en los puntos
finales que, por otra parte, jamás llegarán a ser suspensivos.
La ausencia es la clave del genio de la lámpara de los
sentimientos que escondías debajo de la cama, y digo cama por no decir corazón,
porque ese sitio en el que decidimos vivir se ha fragmentado en no sé cuantos pedazos
y así seguimos, en plena reconstrucción y no de los hechos, sino de lo que nos hicieron
sentir.
La ausencia es el resguardo de tu nombre, de las vocales y consonantes
que lo componen. La ausencia es lo que se siente cuando el portazo es mudo, inconsciente
y cruel. Y sólo entonces sabe a ti.
Ausencia es pensar en volver cuando olvidas el camino de vuelta.
Ausencia no eres tú porque ya no existes por mucho que te hayas
ido.
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