la culpa fue mía por escoger suicidarme contigo…

domingo, 28 de septiembre de 2014

Cincuenta sombras eran pocas.

Esta noche  mi subconsciente ha llevado a cabo un asesinato con mis propias manos hasta construir la sublimación de mi ser. He soñado que me tiraba desde la barandilla de un undécimo piso y tenía como destino una piscina, vacía, sin agua y carente de sentido, como mi vida en tantas y tantas ocasiones. Después el escenario se transformaba y saltaba desde un acantilado hacia el mar, el lugar donde quiero que acaben mis cenizas cuando perezca. Ya lo dejó por escrito Jorge Manrique: "Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir." Yo, en mi sueño, tan sólo he hecho mía tal afirmación hasta el punto de querer terminar mis días en él. En el fondo es posible que la vida, la virtud de vivir el día a día, se intente llegar a resumir en un suicidio inminente y sin premeditar desde el día de nuestro propio nacimiento. Y así estamos, y así nos va.

Porque sí, porque puede que existan personas con cincuenta, ochenta, hasta cien sombras distintas, pero nadie es capaz de contar las cicatrices del otro; e incluso muchas veces ellos mismo pierden la cuenta. Y es que conozco personas que se saben de memoria las mil y una noches por haberlas vivido a flor de piel, y no hablo de cuentos sino de insomnios. Porque esto va sobre la primera y tercera persona del singular y creo que se podría meter a esta ultima en plural para nombrar así a ellos, a ellas, a ti y a mí, y finalmente acabar hablando de nosotros pero no en el conjunto de los dos, sino de toda la humanidad.


Nos advirtieron desde muy pequeñitos que la vida son dos días. Ésto no dice nada de las noches y así, sin prisa, sin pausa, sin correr y distanciándonos, podremos llegar a comprender que las horas que abarcan todas y cada una de las noches no son más que espejismos de lo que soñamos por el día.

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