Otro año más. 12 meses y más de cien historias.
Permitidme no poner nombres, permitidme describir personas,
momentos, instantes, sueños y pesadillas. Permitidme, por favor, regresar al 1
de enero y avanzar resumiendo.
Los años pares son los años pares, al menos para mí. Creo
que puedo afirmar que este año ha sido de los buenos, de los que marcan un
antes y un después y puedo asegurar que el final a veces es mil veces mejor que
el principio, no sé.
1 de febrero. 2014 fue volver al agua, volver a ser.
2014 fueron el 12, 13 y 14 de junio y aquí agradezco los
ánimos de la cordobesa que se fue a Sevilla, la que siempre me ha apoyado, la
que ha sabido sacarme a flote cuando yo estaba a punto de derrumbarme. Gracias.
Gracias porque siempre has creído en mí todo eso que yo no he confiado. Tengo
tu carta guardada en el primer cajón de mi mesilla y me saca adelante todas las
veces que te gustaría haberlo hecho a ti. Eres muy grande y vales muchísimo.
Algún día hasta Malú se dará cuenta de eso. De aquí, a la Voz.
2014 fue el regreso del 22 de enero, el 29 de marzo, la
semana de julio y el 30 de octubre. 2014 fueron parques de dos ciudades que
nunca estarán destinadas a encontrarse y un puente en el que todo surgió porque
sí. 2014 fue convertir en mes a una persona. La misma para la que no tengo
corazón. ¿Cómo se le ocurre preguntar por algo que ha ido destruyendo?
Creo que podría decir “lo siento, te juro que creía que este
iba a ser el año” pero ahora es cuando debo admitirme (admitirle) que me he
despedido del dolor. Casi me matas, olvido, casi me mato por él. La verdad es
que a ratos me hizo feliz y me calmó cuando estaba al borde de la tormenta. Fue
mi calma y mi caos. Todo lo demás está de más. Supongo que ya sólo queda darle
las gracias. Gracias por haber regresado, por haber dejado que me vaya. Espero
que recuerde eso que una vez leí de que “a veces hace falta más valor para huir
que para quedarse”.
Bueno, pero si le ves, dile que espero que todo le vaya
bien, que sonría, que siga con las ganas de vivir de las que me enamoré, que
luche por sacar adelante su carrera, que yo sé que puede, que es fuerte. Si te
lo encuentras dile que me he ido, y que a ratos me hubiese gustado haber
corrido mucho más y haberme ido más lejos de lo que lo he hecho. Coméntale que
a lo mejor dentro de unos años nos volvemos a encontrar, pero que no prometo
saludarle. Dile que le he puesto las maletas en la puerta a la angustia, que la
agonía no va a regresar. Pero que yo tampoco. Cuéntale que me mata no
escribirle como antes pero que no hay vuelta atrás. Y pídele que me perdone por
esto, pero es lo mínimo que podría haber hecho. El 2014 le trajo a mí y yo me
fui. Eso sí que es una paradoja.
Mis niñas, mis 9, mi mafia. No olvidéis este año porque hemos
sufrido y hemos superado dificultades. Estoy muy orgullosa de vosotras: todas
habéis llegado a donde os propusisteis en segundo. Sois muy grandes. Enormes.
Porque una vez de resaca nos despertó la policía secreta buscando a Sabrina y
seguimos sin saber quién es. Y sí, la gelatina de tequila puedo asegurar que
existe, pero que mejor que comérsela es la terapia de estrellarla contra el
suelo.
Sois mi segunda familia, la parte de mi vida que he escogido
que este ahí y que ha sido capaz de subirme a lo más alto. Gracias. Por todo.
Sé que tenemos nuestros más y nuestros menos pero sabéis
seguir hasta cuando parece que es mejor dejarlo estar.
Durante este año también ha habido una persona que ha
luchado por mí en los momentos que me parecía mejor tirar la toalla. La persona
que me sacó a la calle dos días antes de selectividad, la que me cogía el teléfono
en momentos de ansiedad. Una persona a la que veo poco, pero cuando le veo… Mi futuro
ahijado. El que me saca las sonrisas más sinceras, el que pertenece también a
esa segunda familia que he ido formando. Gracias, corazón, me has hecho feliz.
Mis dos niñas de Fuengirola me han demostrado que da igual
que quedemos una vez al mes, e incluso una cada dos meses porque los de siempre
son los van a estar ahí. Y vosotras, también.
A la que me aguantó todo segundo: te quiero. Esta amistad va
a seguir. Te prometo que va a seguir. Creo que somos como dos gotas de agua.
Eres de las pocas personas con las que puedo hablar de todo y sentirme bien. Gracias
por seguir a mi lado.
A todos los que creéis que la amistad entre hombres y
mujeres es ficticia: os equivocáis. He tenido la suerte de conocer a la otra
mitad de radio patio. Que si las amistades de la universidad son para toda la
vida, nos quedan muchas fiestas que pegarnos, como muy bien has dicho tú esta
tarde. A ti también te doy las gracias por motivarme, por hacerme las tardes de
estudio más mejores, por hacerme reír en los momentos de estrés y por
aconsejarme y escucharme tan bien como lo haces. Eres enooooooormemente grande,
apañao. Y sí, tienes toda la razón del mundo porque todos los años que quedan
van a ser pocos.
He dejado para el final lo que va a marcar el principio de.
Idiota. Me has demostrado en muy poco tiempo que a veces no
hace falta huir, que las cosas pueden ir bien, que dos desconocidos pueden
tener en común cosas del pasado, que las mariconadas a ratos son bonitas y que las casualidades, existen. Joder que si
existen… La verdad es que no tengo ni puta idea de qué decirte hoy pero te
aseguro que tengo intención de seguir aquí. Me quedo con diciembre. Estás haciéndome feliz.
2014 fue un 21 y un 13 de ciertos meses.
2014 fue entrar en lo que llevo soñando desde que tengo uso
de razón, conocer a personas maravillosas, consultar mis problemas con el agua
y dejar que sea ella la que cicatrice lo que el tiempo no.
2014 han sido menos noches que días y más pesadillas que
sueños hasta que.