Explícame si es que puedes el motivo por el que no has salido de mi cabeza, por el que sigues ahí desde el primer día. Dime por qué cada vez que estoy a punto de olvidarte, reapareces con esa maldita sonrisa. Te juro que no entiendo la facilidad que tienes para volverme loca en cuestión de segundos y sé muy bien que si fueras yo, tú tampoco lo entenderías. Creo que nadie puede hacerlo. No sé como a estas alturas aún no he conseguido olvidarte. Conozco perfectamente cada uno de tus defectos, todas tus debilidades, tus jugadas. Sé de sobra lo hijo de puta que puedes llegar a ser y no hago nada por evitarte. Sabes perfectamente que he llegado a averiguar la peculiar manera que tienes de engañarme, de hacerme ver las cosas como no son, de decirme que solo hay una y que esa soy yo cuando, en realidad, estás con otras muchas a las que supongo que dirás lo mismo.
En parte, esto pasa por conocernos tan bien. Es difícil olvidar a una persona que juega de esa manera, que te conoce tal y como eres y sabe como manejar la situación. Mira que eres jodido, ¿eh? ... ¿Sabes? Nunca quise perderte, jamás pensé que podíamos acabar así. No sabes cuánto y de qué manera me duele no poder estar contigo, no estar ahí a tu lado, apoyándote, en las buenas y en las malas, tal y como lo dijimos. Que "todo lo vivido no es tiempo perdido", eso dicen, pero para mí todo aquello fue más que un puñado de recuerdos. Quizás sea por eso por lo que, cada vez que vuelves a formar parte de mi vida, lo haces con más fuerza y dejas un vacío y un dolor todavía mayor.
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